Interrogantes sobre el Cónclave.

10.03.2013 19:02

El próximo martes inicia un proceso histórico en nuestra Santa Iglesia Católica, se inicia el cónclave para que los Cardenales inspirados por el Espíritu Santo, elijan al sustituto de Benedicto XVI, y así mismo el  sucesor de Pedro numero 266. Pero ¿que será el cónclave?, ¿quién puede ser elegido papa?, ¿cuando se celebra?...a continuación respondemos esas interrogantes.

 

 

¿Qué es?

El cónclave es la reunión que celebra el Colegio cardenalicio de la Iglesia católica romana para elegir a un nuevo obispo de Roma, cargo que lleva aparejados el de Papa (Sumo Pontífice y Pastor Supremo de la Iglesia católica) y el de jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano.

La Capilla Sixtina es el lugar donde se celebra el cónclave. Sus frescos son obra de Miguel Ángel y está considerada una de las máximas cumbres del arte mundial.

Desde hace siglos, los cónclaves tienen lugar en la Capilla Sixtina, dentro del complejo del Vaticano.

A los primeros obispos los designaban los apóstoles o fundadores de sus iglesias. Posteriormente, se fue introduciendo el sistema de elección por los miembros de las comunidades, clérigos y laicos, así como por los obispos de las diócesis próximas. En Roma, la elección corría principalmente a cargo de los clérigos que, bajo la supervisión de los obispos, escogían un candidato por consenso o por aclamación, presentándolo después ante el pueblo para que éste lo confirmara. Los frecuentes tumultos que este sistema provocaba fueron causa de que en ocasiones se eligiera a uno o más candidatos rivales, llamados antipapas.

El lugar de celebración del cónclave no se estipuló oficialmente hasta el siglo XIV. A partir del Cisma de Occidente los cónclaves siempre han tenido lugar en Roma, salvo el de 1800, cuando la ocupación de la ciudad por tropas del Reino de Nápoles obligó a celebrarlo en Venecia. El último cónclave celebrado fuera de la Capilla Sixtina fue el de 1846, que tuvo lugar en el Palacio del Quirinal.

 

¿Quiénes votan? y ¿quiénes son los candidatos?

 

El Colegio de Cardenales ha conocido dimensiones diversas, desde los siete miembros con que llegó a contar en el siglo XIII hasta los 183 del presente. En 1587 Sixto V limitó su número a 70 miembros, divididos en tres órdenes: seis Cardenales Obispos, cincuenta Cardenales Presbíteros y catorce Cardenales Diáconos (aunque repartidos nominalmente en estamentos con estos nombres, en la actualidad los cardenales son siempre Obispos). En el siglo XX, sobre todo a partir de Juan XXIII, el Colegio de Cardenales incrementó su número con el fin de dotarlo de la máxima representatividad geográfica y nacional posible.

Con todo, en 1970 Pablo VI reservó la condición de elector a los menores de 80 años y fijó su número máximo en 120. Con la creación en 2003 de 31 nuevos cardenales, Juan Pablo II elevó el número de electores teóricos a 135. En octubre de 2010, tras los nombramientos efectuados por Benedicto XVI de cardenales, habría 121 que reúnen la condición de electores por no haber cumplido aún la edad límite.

 

De acuerdo con la práctica tradicional de la Iglesia, cualquier bautizado varón podría ser elegido Papa. En 1179 el III Concilio de Letrán abolió las restricciones que se habían ido introduciendo desde el siglo VIII en el sentido de limitar la condición de candidato, primero a los clérigos en general, y posteriormente sólo a los cardenales aunque, en la práctica, el último Papa que no era cardenal en el momento de su elección fue Urbano VI (1378). En caso de resultar elegido un presbítero, diácono o laico, y habiendo aceptado su elección, se procedería en el acto a su ordenación como Obispo.

Pese a todo, y dado que para ser ordenado obispo se requiere actualmente llevar al menos cinco años como presbítero y haber cumplido los 35 años, cabe pensar que sólo quien cumpliese estas condiciones podría ser objeto de elección como Papa.

No existe ningún requisito referente a la nacionalidad, aunque la tradición de siglos impuso la costumbre de elegir papas italianos. El polaco Juan Pablo II fue el primero no italiano desde Adriano VI, holandés, elegido en 1522. La reciente elección del alemán Benedicto XVI (19 de abril de 2005) parece abolir definitivamente la tradición en favor de los italianos. Vale decir que hasta hoy ningún americano ha sido consagrado Papa, aunque en el cónclave de 2005 el argentino Jorge Bergoglio estuvo cerca de hacerlo, obteniendo 40 votos de los 77 que era necesario obtener, ya que era uno de los preferiti, junto con el colombiano Alfonso López Trujillo y el hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga, el peruano Juan Luis Cipriani también contaba con cierto apoyo al parecer, no obstante el principal de los preferiti, el Cardenal Joseph Ratzinger fue quien finalmente fue elegido Papa. Las mujeres, al no ser elegibles para el estado clerical, tampoco pueden convertirse en papas.

 

Proceso electoral:

 

Los cardenales tienen estrictamente prohibido presentar su candidatura o hacer propaganda de sí mismos. Se permite, por otra parte, el intercambio de opiniones y buscar apoyos para terceros.



Tradicionalmente, la elección del nuevo Papa podía realizarse de tres modos: por “aclamación”, por “compromiso” y por “escrutinio”. En caso de aclamación, los cardenales escogían al candidato de forma unánime “como inspirados por el Espíritu Santo”. El “compromiso” era un expediente para salir de situaciones de bloqueo, en las que de forma reiterada se hacía imposible que un candidato alcanzase los votos suficientes. Se escogía entonces una comisión reducida de cardenales que procediese por sí misma a la elección. El “escrutinio” es la forma habitual, por medio de voto secreto.

La última elección por compromiso fue la de Juan XXII en 1316, y por aclamación, la de Gregorio XV en 1621. Las nuevas reglas introducidas por Juan Pablo II en la UDG declaran abolidos los procedimientos de aclamación y compromiso, por lo que la elección deberá ser exclusivamente por escrutinio.

Hasta 1179 bastó con la mayoría simple en la elección. Ese año, el Concilio Laterano III incrementó hasta los dos tercios la mayoría requerida. A los cardenales no se les permitía votarse a sí mismos. Se estableció un sofisticado procedimiento para asegurar el secreto del voto, al tiempo que se impidiera que los cardenales se votasen a ellos mismos. Pío XII (1945) eliminó este sistema, pero incrementó la mayoría a dos tercios más uno de los votos. En 1996 Juan Pablo II restauró la mayoría de dos tercios, pero no la prohibición del auto-voto. La constitución UDG establece también que pasadas 34 o 33 votaciones fallidas (según se haya realizado la primera votación el día de la inauguración del cónclave o el siguiente), los electores podrán decidir, por mayoría absoluta, si cambian las normas electorales, pero siempre conservando como requisito el de exigirse al menos la mayoría absoluta en la elección.

 

Dos son las circunstancias que pueden dar lugar al final de un Pontificado (o “Vacante Apostólica”), iniciándose con ello el periodo de “Sede Vacante” y la necesidad de convocar el cónclave: el fallecimiento del Papa o su abdicación. Una tercera opción, la deposición del Papa, queda totalmente excluida, ya que ninguna autoridad está por encima de la suya ni siquiera a su mismo nivel.

La abdicación de un Papa es un acontecimiento muy poco frecuente en la historia, pero sí previsto en el derecho del la Iglesia. Se requiere que sea libre y se manifieste de modo formal aunque, como máximo legislador, es el propio Papa quien determina de qué forma ha de hacerlo. No es preciso que su dimisión sea aceptada por nadie. Cinco han sido los Papas que a lo largo de la historia han declarado su renuncia al ministerio de Pedro: Benedicto IX (1045), Gregorio VI (1046), Celestino V (1294), Gregorio XII (1415) y Benedicto XVI (2013).

 

Elección y primeros pasos como Papa

 

Conseguida la mayoría necesaria en cualquier votación, el candidato elegido debe expresar de inmediato su aceptación o no del ministerio. El último de los Cardenales Diáconos convoca a la Capilla Sixtina al Secretario del Colegio de Cardenales y al Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias. Presentes éstos, el Cardenal Decano o el que le siga en orden y antigüedad pide el consentimiento al elegido con la siguiente pregunta: “Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem?” (“¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?”)

Si el candidato electo da el consentimiento, se le pregunta entonces:“Quo nomine vis vocari?” (“¿Con qué nombre deseas ser conocido?”)

El ya Papa indica el nombre que ha escogido con estas palabras: “Vocabor N.” (“Me llamaré N.”) por ejemplo: "Vocabor Pius XIII." ("Me llamare Pío XIII"), u otras similares. Entonces el Maestro de las Celebraciones, en funciones de notario, levanta acta de la aceptación del nuevo Pontífice y de su nombre.

En el caso nada frecuente de que el elegido no sea uno de los Cardenales presentes o, incluso, que no resida en la ciudad de Roma, se avisa al Sustituto de la Secretaría de Estado, quien se encargará de que el escogido como nuevo Papa llegue al Vaticano lo antes posible, evitando absolutamente que se enteren los medios de comunicación. Una vez llegado al cónclave, el Cardenal Decano convocará al resto de los electores a la Capilla Sixtina para proceder al mismo ritual de aceptación. Si el elegido acepta y no es obispo, el Cardenal Decano le ordenará de inmediato como tal.

A partir del momento de la aceptación –y ordenación en su caso– el elegido pasa a ser Obispo de Roma, Papa y Cabeza del Colegio Episcopal. En ese mismo momento adquiere la plena y suprema potestad sobre la Iglesia universal. Los Cardenales se acercarán entonces a él por turno para expresarle su respeto y obediencia. También podrán acercarse a él el Sustituto de la Secretaría de Estado, el Secretario de las Relaciones con los Estados (una especie de Ministro de Asuntos Exteriores vaticano), el Prefecto de la Casa Pontificia y cualquier otro que deba tratar con el nuevo Pontífice asuntos necesarios en ese momento.

 

Tras haber aceptado su elección, el ya nuevo Papa es conducido por el Camarlengo y el Maestro de las Celebraciones Pontificias a la sacristía de la Capilla Sixtina, llamada comúnmente “Sala de las lágrimas”, ya que parece que todos los elegidos, sin excepción, lloran allí en relativa intimidad ante la magnitud de la responsabilidad que acaban de asumir. En la sala se encuentran tres maniquíes con sotanas blancas de diversos tamaños: grande, mediana y pequeña, que la sastrería romana Gammarelli se encarga de confeccionar desde el siglo XVIII. De ser necesario, un equipo de religiosas hacen los arreglos pertinentes. Se dice que a Pío XII las tres le quedaban largas, mientras que a Juan XXIII le resultaban estrechas. También hay a mano un barbero por si el Papa necesita un afeitado antes de presentarse ante el pueblo –puede ser elegido por la tarde-.

Tras la manifestación del respeto de los Cardenales, se canta un “Te Deum” (oración de solemne acción de gracias a Dios),

Inmediatamente, el Cardenal Protodiácono (el primero de ese orden entre los Cardenales), se dirige al balcón principal de la Basílica de San Pedro, donde se han instalado rápidamente cortinajes y colgaduras de fiesta. Allí hará público el anuncio de la elección con las frases rituales.

Pocos instantes después el nuevo Papa, precedido por la cruz procesional y por los primeros de los Cardenales entre los órdenes de los Obispos, Presbíteros y Diáconos, sale al balcón y desde allí saluda al pueblo con las primeras palabras de su pontificado. A continuación imparte la bendición apostólica “Urbi et Orbi” (“para la ciudad y para el mundo”), que en adelante sólo dará de ordinario en Navidad y Pascua.

 

Fuente: Catholic.net